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Esta semana ha transcurrido inmersa en la semana de la feria del Toro de Pamplona, con todo lo que ella conlleva: fiesta,encierros y corridas. El capote del santo ha salvado día tras día a la masa de corredores de muchas y graves cornadas. La mayoría de los encierros han sido preciosos, rápidos y limpios a excepción de algún toro descolgado, y el número de traslados por heridas de asta de toro ha sido mínimo para la cantidad de mozos que había en el recorrido. La mayoría, estorbando. San Fermín también ha estado cumbre con su capote en la plaza pues no ha habido cogidas, mas que algún revolcón.
El trapío de los toros de Pamplona es de sobra conocido por los aficionados y así, ha habido enormes corridas de toros; en peso, años y cornamenta. En general ha habido divertimento en los tendidos, aunque también ha habido tardes aburridas como las de Dolores Aguirre, Adolfo Martín o Miura.
Tarde de aficionados fue la de la corrida de Victoriano del Río, una corrida seria y notable, amplísima de volumen y trapío, pero rebosante de nobleza brava. Fandiño fue invitado de lujo a la tarde, y consiguió un botín excesivamente generoso para las faenas realizadas. Al día siguiente, el Juli también abrió la puerta grande , tras dos faenas de poderío y genialidad torera pues no tuvo los mejores aliados para el triunfo. El torero está en un momento cumbre digan lo que digan sus detractores. Bienaventurados somos los que vemos su grandeza en el ruedo.
Con la amplísima corrida de Fuente Ymbro, los tendidos pamploneses se convirtieron en un auténtico barco pirata, llevando a su capitán Padilla a lo más alto, saliendo una vez más por la puerta del Encierro.
Padilla fue quien abrió la puerta grande, pero quien hizo una de las faenas más toreras de la feria fue el sevillano Pepe Moral, quien entró a sustituir al convaleciente David Mora tras cortar dos orejas en el corpus sevillano. La casa de Misericordia demostró hacer justicia al no entrar en el juego de cromos de los empresarios actuales, y dar las sustituciones a quienes lo merecen y demuestran en el ruedo. Moral estuvo muy digno y sobrado con el difícil primero, el peor de todo el encierro sin duda. Dejó patente su personalísimo sello, y atrajo la atención de todos con su torero de aires rondeños basado en la hondura, el empaque y el temple. Dió sensación de estar muy toreado pero realmente era su segunda corrida en dos años. Mató a los dos toros por arriba y cortó una oreja que debe valerle su peso en oro. O mejor dicho, en contratos. Así, ha demostrado que con paciencia y una preparación física y mental, sólo hay que esperar que salga el toro de la oportunidad y no dejarlo ir. La oportunidad tardó 5 años en llegar, y si hay justicia taurina, tendrán que ponerlo en las ferias.
Por último quiero hablar del triunfador rotundo de Pamplona; don Miguel Angel Perera, el cual parece estar atravesando el momento más dulce de su carrera en todos los aspectos; y al que por fin, parece que le están embistiendo los toros, dando así golpes en plazas de primera. Está toreando con tal rotundidad y gusto, que no se le resiste ni el toro malo.
De todo esto me alegro enormemente, pues tanto Perera como Moral han sido dos de mis apuestas desde hace años. Uno ha conseguido parte de sus sueños, y el otro aún está por cumplirlo, así que espero que ahora lo dejen y le den las oportunidades que se merece.
Abran puertas y cerrojos, que Sevilla tiene un torero: se llama Pepe Moral, es de Los Palacios, y ahora viene a por todas.