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jueves, 14 de abril de 2016

TOROS QUE PIDEN EL CARNÉ A LOS TOREROS

Aún embargada por la emoción y con el alma encogida, intentaré contar un sinfín de sensaciones que tuve la suerte de vivir por segunda vez en la Maestranza. El público de hoy no llenaba los tendidos pero para mí el cartel tenía tantos alicientes como opciones dio la buena corrida de Victorino Martín. La tarde, ya histórica, reunía para mi los toros y al menos, dos toreros de mi gusto y para más inri amigos, por lo que la alegría es desmesurada tras sus triunfos de clamor. Manuel Escribano no tuvo suerte con el que abrió plaza, el que no me gustó absolutamente nada. Era desrazado y perdió las manos. Pronto se vió que no tenía nada que hacer con él. No sabía que detrás de ese toro saldría el número 37, toro que cambiará su vida para siempre, y de nombre Cobradiezmos. Y tanto que le cobró... Pidió al torero de Gerena todos los carnés de su toreo y éste se los mostró sin temblarle el pulso. Se fue a recibirlo a portagayola para después despacharlo con un ramillete de templadas verónicas, y ahí ya se podía adivinar lo que traía dentro el TORO. Su comportamiento y su embestida fueron perfectos de principio a fin; el toro era noble y bravo, metía la cara por ambos pitones haciendo el avión, y el de Gerena nunca le volvió la cara y se expuso en cuerpo y alma. Es cierto que empujó mejor en la segunda puya y el toro, como bravo que era, se vino arriba en banderillas. A continuación sólo había que hacerle todo perfecto. Le planchó la muleta y no le dudo ni un solo instante lo que hizo surgir el más bello y templado toreo de Manuel. Fue extraordinario por ambos pitones y la clase rebosaba cada arrancada. Series algunas hasta de seis muletazos y Escribano perfecto en todas. Ya finalizando su faena, empezó el runrún en la plaza. Y lo que empezó de forma tímida, acabó inundando la plaza de pañuelos blancos que pedían al unísono el perdón de su vida, y la devolución de Cobradiezmos al campo bravo del que salió. La emoción nos desbordó a todos y fue premiado con las dos orejas simbólicas. Paco Ureña de rosa fuerte y oro, no pudo lucirse en el recibo al tercero, pero en la faena de muleta, dió tres series diestras templadas cargadas de elegancia y temple el murciano. Bajó un punto la intensidad al natural pero Ureña se cruzó hasta ponerse donde embestía de forma larga. Muy cruzado y con la muleta siempre planchada en la cara del toro arrancó buenos naturales. Final de ensueño por el pitón derecho acariciando el hocico con suaves toques hasta el momento justo de apagarse. Remató por bajo y mató de estocada fulminante cortando las dos orejas al toro. Lío gordo. Qué alegría poder triunfar junto al compañero y amigo. El sexto no fue bueno para Paco; no le quiso dar lo que necesitaba para poder abrir la Puerta del Príncipe a pesar de querer conseguirlo. Fue más complicado pero merecía el esfuerzo. Ojalá y se de pronto. Paco Ureña y Manuel Escribano, permítanme apuntar, que ambos bebieron en las mismas aguas del temple, y del blanco o negro y sin grises. Es decir, del toreo y la mentalización del Cortés de Gines. Sin duda, los dos pupilos aprendieron muchas cosas buenas del Maestro, quien siempre les habló para estar preparados en el momento en que les saliera el toro. Uno de esos días fue hoy. La afición desmedida y el amor por el toreo de ambos, hicieron el resto. El convidado de piedra de la merienda fue Morenito de Aranda que estuvo demasiado preocupado por la composición y la estética, por lo que perdió un triunfo clamoroso ante un primer toro de gran calidad, y otro medio en quinto lugar. Tal vez quiso pero no pudo acoplarse a esas exigencias del guión. Para mí, la tarde le quedó grande desgraciadamente.

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