Cuando nos
encontramos en la recta final de la temporada, Madrid recibe de nuevo los
últimos platos fuertes del año con la consolidada Feria de Otoño; carteles en
los que, los que ocupan los primeros puestos no suelen apuntarse, ya que creen
que al posicionarse en la zona más alta del escalafón, no tienen porqué medirse
a estas alturas de temporada.
Más bien los
carteles de otoño están reservados para gestos de toreros que quieren escalar a
los primeros puestos (caso de Iván Fandiño), de novilleros punteros que
necesitan dar el salto a matador de toros para lo que utilizan Madrid como
trampolín ( caso de Javier Jiménez el primer día de novillada; y el segundo se
produjo la alternativa de Ritter, el pupilo del desaparecido Antonio Corbacho )
o la aparición de toreros que estando en la cuerda floja buscan un triunfo para
seguir manteniéndose e intentar mejorar su estatus ( caso claro de Manuel Jesús
el Cid ).
Comenzó la
feria con una novillada fría del Ventorrillo que no cumplió su cometido de
lanzar a los novilleros al siguiente escalón por su falta de raza, por lo que
no dio opciones de triunfo. Nos quedaron varias cosas claras, Javier Jiménez
está muy toreado y puede dar el salto cuando quiera pues el novillo ya se le
queda chico, y Diego Fernández dejó destellos de un toreo muy puro que
esperemos no pierda en esta difícil carrera.
La corrida
del Puerto de San Lorenzo no sirvió más que para mandar al hule a un “nockeado”
Joselito Adame que volvió a demostrar sus ganas yéndose a la puerta de
chiqueros, y del que nadie sabe como mató al toro después de recibir semejante
paliza teniendo el peroné partido y abandonando la plaza a pie. Cosas
inexplicables de seres de otro planeta.
La corrida
de Adolfo Martín en Madrid es un arma de doble filo porque el público es
mayormente torista, con lo que siempre están de parte del toro, y así es un
tanto complicado hacer faena, y eso unido a los pitidos constantes del 7, se
hace la tarde insoportable. Cortó Ferrera la única oreja de la tarde al único
toro que se dejó, demostrando una vez más el buen momento que atraviesa y al
que solo me atrevería decir que no haga cosas raras porque en el toreo “ya está
tó inventao”.
El segundo
día de la feria se daba la primera de las dos citas de Iván Fandiño, que si
bien estuvo correcto no llegó a lo que él pretendía con esta fuerte apuesta en
Madrid, con las corridas de Victoriano del Río y Adolfo Martin. La primera
tarde cortó una oreja muy merecida ante una tarde que se esfumó tras la faena
de El Cid a un toro cumbre de Victoriano del Río. Sin lugar a dudas esto ha
marcado un antes y un después en la tarde ya que a partir de entonces, se
eclipsó todo con la faena del Cid a “Verbenero”, toro cumbre que mereció más
que una ovación mientras era arrastrado por las mulillas.
Desde luego no
puedo negar que el Cid se volvió a encontrar en unos pasajes más que en otros
con el mejor Cid que recuerdo, pero que hace mucho tiempo que nadie veía por
las plazas de toros. No vayamos a negar que todos los aficionados estábamos
cansados de ir a ver una y otra vez al de Salteras y que solíamos ver a un
torero abúlico, quizás un tanto aburrido y acomodado en un lugar del escalafón
que sin grandes triunfos, nadie entendía cómo se anunciaba en muchos de los
carteles de las principales ferias. Ya se
presupone la mano que mece la cuna del Cid, se sabe y todos somos conscientes
de ello, pero aquí todo el mundo traga y mientras nadie diga lo contrario,
seguimos con la partida de cromos, que lo aburrido del juego es que siempre
intercambien los cromos repetidos, así que siempre tenemos a los mismos hasta
en la sopa. Encima de este puesto casi vitalicio, el muchacho tiene el mayor
bajío en los sorteos que yo haya tenido constancia, pero eso no es para
echárselo en cara. Es que hay algunos que nacen con estrella y otros nacemos
estrellados porque resulta que por decir esto, casi me crucifican en twitter
mención con el torero incluída. Y que yo sepa yo siempre digo lo que veo y
guste a quien guste voy a seguir siendo fiel a mí misma. Sólo pido para mí el
mismo respeto con el que yo trato a las personas porque en el toreo como en
todo en la vida…para gustos, colores.
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